La galicia de los años 60 se nos presenta tal y como era la sociedad de esa década, a través de fotografías que van desde retratos familiares hasta las festividades populares.
Por un lado nos encontramos con retratos individuales donde podemos ver como Vieitez imprime en el retratado una personalidad. Los personajes de sus fotografías hablan de sí mismos, somos capaces de imaginarnos una vida a través de una única imagen. Se trata de imágenes potentes y que nos resultan tremendamente cercanas.
Nos encontramos también con una gran cantidad de retratos de familia. En parte estos retratos tenían una utilidad muy clara, ya que servían para enviar a la familia que había emigrado a América, con el fin de que nuestros familiares vieran el progreso de los que habían dejado atrás. Quizá por esto mismo, es característico que aparecieran en la fotografía, las últimas adquisiciones tecnológicas, el aparato de radio, la motocicleta o el automóvil, son elementos que se repiten en muchas de las imágenes de la exposición

La sociedad estaba marcada por un amplio tradicionalismo, donde las costumbres religiosas marcaban en gran medida las vidas de los habitantes.
Este arraigo podemos apreciarlo en el riguroso luto que se aprecia en las vestimentas de algunos personajes, así como en la tremenda costumbre de fotografiarse con los muertos en el entierro.
Pasando a una temática un poco menos escabrosa, Vieitez dedica gran parte de su obra a los retratos de bodas, comuniones y festividades populares, como verbenas y romerías donde se nos muestra una parte más lúdica de la sociedad, el retrato de como se divertía la juventud.


Las últimas fotografías son de los años 70, aparece el color, el recuerdo deja de ser en blanco y negro para dar paso a un color muy característico, un color "retro" que nos traslada a otra época de un solo vistazo.

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